¿Qué hace Brasil con sus traumas ecológicos?
Al no elaborar sus traumas ecológicos, Brasil repite y hace callar sus heridas
por Chris Zelglia
Con frecuencia la nación brasileña enfrenta desastres. Presas de relaves se rompen; ríos desaparecen, florestas se queman y ¿cómo lidiamos con este sufrimiento compartido?
En los días que siguen al desastre, se propone un debate, se llena de noticias y publicaciones en redes sociales, y pronto todo se convierte en silencio absoluto. Saltamos de un espectáculo de tragedia humanitaria al olvido programado.
Nuestros traumas ambientales no se tratan de una cuestión ecológica; son cultura política, histórica y psicológica. El país no se sana de los traumas porque Brasil insiste en ignorarlos.
Según el psicoanálisis, el trauma no se trata solamente de lo que ocurrió, sino también de la dificultad para interpretar lo que sucedió.
En Brasil, los desastres y traumas ecológicos se repiten incesantemente, abriendo una herida que nunca fue sanada: Mariana, Petrópolis, Brumadinho, Pantanal. Cada destrucción es una actualización del duelo colectivo que no encuentra espacio público para la reflexión.
La reacción al trauma, desde las políticas brasileñas, son procesos burocráticos y promesas de esperanza, iniciativas vacías de “reconstrucción” que sustituyen el reconocimiento del dolor.
No se racionaliza la herida, se la borra; no se la cuida, se transfiere la responsabilidad. El trauma ecológico, por lo tanto, es un reflejo de la cultura política: no hay un enfrentamiento real del sufrimiento y se prefiere la anestesia institucional.
El silencio no representa la ausencia de algo que decir, sino que es una señal de lo que se observa en Brasil: la asfixia de las comunidades que sufren, de las poblaciones originarias; todos los que sienten el colapso en sus cuerpos y tierras.
Sanar los traumas ecológicos demanda la creación de políticas que tengan la escucha como prioridad. Transformando el dolor en un lenguaje colectivo, no en publicidad vacía.
La reconstrucción simbólica es importante de la misma manera que la material; ambientes para sanar el duelo son importantes. Para sanar el trauma de una nación, antes que todo, se necesita reconocer el valor emocional de la tierra y las vidas que de ella dependen.
Sin un entendimiento de esto, seguiremos encerrados en este ciclo: siempre en negación; siempre heridos.