Mientras la COP30 reúne delegaciones, la socio-bio-economía reúne futuros posibles en manifiesto creativo en Combu
De la Isla de Combu para el mundo, ASSOBIO reúne artesanos, designers y pueblos del bosque para presentar una moda que nace desde el territorio – lejos de la lógica de explotación, cerca del buen vivir
por Marília Cortte
Durante la COP30, mientras los jefes de Estado y negociadores circulaban entre pabellones climatizados, la Isla de Combu se convirtió en escenario de un gesto político que escapaba al guión oficial. Allí, lejos de las zonas restringidas de la conferencia, la socio-bio-economía amazónica organizó su propio espacio de debate – no en forma de mesa redonda, pero como territorio vivo.
El encuentro, articulado por la Asociación de la Sociobiodiversidad (ASSOBIO), reunió marcas del bosque, artesanos, estilistas, emprendedores de la bioeconomía y representantes de grandes minoristas nacionales, demostrando que la discusión sobre moda sustentable no cabe apenas en los comunicados de la conferencia: la misma precisa tocar el suelo de la Amazonia.

El desfile-manifiesto no se presentó como un espectáculo, sino como una crítica. En medio del atardecer en Combu, con el río Guamá como pasarela y la vegetación como telón de fondo, las colecciones expusieron lo que los discursos de la COP raramente abordan: que la moda, en la Amazonia, no es tendencia ni producto de vitrina. Es territorio, memoria y trabajo. Las piezas de fibras naturales, semillas, pigmentos y técnicas ancestrales ofrecieron más que estética: eran evidencias de un sistema productivo que combina conocimientos tradicionales, innovación y autonomía, y que hoy en día está en riesgo delante del avance de los grandes minoristas sobre esta narrativa.

El movimiento ganó potencia con la dirección creativa de Sioduhi, artista y estilista indígena, que transformó la pasarela suspendida en ritual. La sonoridad conducida por Djuena Tikuna hizo de la travesía un acontecimiento político: cada paso era una afirmación de existencia; cada pieza presentada, recuerdo de que el bosque produce más que commodities, produce lenguaje, cosmología y futuro.
Entre las marcas de moda y artesanía que cruzaron la pasarela, a la orilla del Río Guamá, e hicieron historia están: Verobio, Yanciã, Seiva, Igara, Labb4, Nunghara, Bossapack, Tucum y Da Tribu. Entre los emprendedores de cosméticos ecológicos amazónicos que estuvieron en el desfile están: Urucuna,Tekohá, Bioilha, Arbórea, Oji, Natureza raiz, Koa, Moma, Saboaria Amazônia y Darvore, que diseñaron un verdadero mapa vivo de la cadena de la socioeconomía amazónica en el evento.

El papel de ASSOBIO fue central. Al reunir a negocios locales, líderes del bosque y marcas de alcance nacional, la asociación creó un espacio de diálogo donde la industria, esta vez, no miró a la Amazonia como insumo, sino como referencia. La participación de grandes minoristas, como Riachuelo, reveló de cerca las tensiones entre intención y práctica: ¿Hasta qué punto el interés es colaboración y hasta qué punto coquetea con la apropiación estética?
El evento en Combu mostró que la socio-bio-economía amazónica no es una narrativa de marketing: es realidad económica que sustenta familias, comunidades y modos de vida. Y, mientras la COP30 seguía su curso protocolar, la isla recordaba que la innovación climática no nace solo en la zona azul, nace donde el territorio pulsa y donde la moda, antes de ser producto, es herramienta de reivindicación.
Al final de la noche, con las luces reflejándose en el río, el manifiesto parecía condensar algo que la COP todavía intenta comprender: el futuro de la moda sustentable no será decidido en las capitales globales. El mismo ya está siendo tejido al margen, al margen del río, de la conferencia y del modelo económico vigente.