Seleccionar página

La mayor concentración de personas con inseguridad alimentaria se encuentra en la región sur del planeta (JComp/FreePik)

 

Deborah Lopes, para la Cobertura Colaborativa NINJA en la COP26 

La 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP26, comienza este domingo (31). El evento es uno de los más importantes para el planeta Tierra en lo que respecta a las perspectivas de futuro de la humanidad, ya que, al fin y al cabo, los líderes de varios países pretenden encontrar soluciones posibles e inmediatas para frenar el avance del cambio climático y minimizar los impactos del calentamiento global. La crisis climática está intrínsecamente ligada a los problemas sociales porque exagera la desigualdad social.

En diferentes partes del mundo, los fenómenos climáticos extremos se multiplican y crecen en intensidad y son mucho más impactantes cuando se tienen en cuenta las asimetrías socioeconómicas, la falta de capacidad de adaptación y también el alto grado de vulnerabilidad al que está expuesta la comunidad afectada.

Una de las consecuencias de este proceso es el agravamiento del hambre. Una alteración climática repercute en la producción de alimentos, así como en los pequeños productos. Según un artículo publicado en Clima Info, la productividad de los cultivos puede caer hasta un 10% de aquí a 2050, principalmente en las regiones del Sur Global, acentuando aún más la desigualdad en el mundo.

La cuestión de la agricultura es un tema delicado, especialmente cuando analizamos el problema del hambre. Existe una tensión entre la producción de alimentos y su justa distribución motivada por el modo de producción capitalista que acentúa las desigualdades.

Por ejemplo, el modelo agrícola brasileño debilita los ecosistemas, lo que perjudica a la población local y a los pequeños productores de la agricultura familiar. Esta cuestión también aparece en el IPCC como uno de los principales factores del cambio climático y una de las principales áreas afectadas.

Esta contradicción se explica por el modelo de producción agrícola, que impacta directamente en el clima al mismo tiempo que sufre los impactos climáticos, causando daños a la población originaria, por la disputa territorial, a los pequeños productores, impactos en la agricultura familiar, así como a las comunidades locales en su conjunto, acentuando la inseguridad alimentaria.

Inseguridad alimentaria.

Según el Informe sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo, la mayor concentración de personas en situación de inseguridad alimentaria se encuentra en el Sur Global, más concretamente en Asia, con 418 millones, y en África, con 282 millones, América Latina y el Caribe presentan una proporción menor, pero igualmente alarmante, de 60 millones. Es cierto que la pandemia del nuevo coronavirus aumentó el número de personas que sufren desnutrición, pero los datos de las organizaciones internacionales y gubernamentales señalan que el cambio climático sigue siendo un factor clave en la situación alimentaria mundial.

En consonancia con el Informe, el Instituto de Economía Agrícola (IEA), confirmó la tendencia señalada por el estudio de que una de las razones del aumento de la inseguridad alimentaria y del retorno del hambre en ciertas zonas del planeta son causadas, además de por las desigualdades sociales y económicas, por las variaciones climáticas extremas.

Un estudio centrado en el caso brasileño fue la Encuesta Nacional sobre la Inseguridad Alimentaria en el Contexto de la Pandemia del Covid-19, que señaló que 116,8 millones de personas sufrían inseguridad alimentaria en 2020, de las cuales 43,4 millones no tenían acceso a los alimentos básicos y 19 millones padecían hambre.

Pensar en la protección del medio ambiente es también pensar en formas de mitigar el hambre y la inseguridad alimentaria, ya que son cuestiones inseparables. Las consecuencias que una inundación, una sequía o un huracán pueden provocar en la vida de la población local van más allá de los daños medioambientales, e incluyen también daños sociales y económicos. Buscar la valorización de los pueblos originarios, de pequeños agricultores y de la agricultura familiar es también proteger el medio ambiente, la inclusión de estos actores en la formulación de políticas públicas y directrices es algo esencial para les gobernantes.

Traducción: Urgas