Marcha por el Clima: en la COP30, 70 mil personas exigen justicia climática
Durante la marcha, también recorrimos las historias de lucha de personas de varias regiones del planeta
Catalina Roig, de la Cobertura Colaborativa NINJA en la COP30
Según los organizadores de la Marcha Global por el Clima, más de 70 mil personas participaron en la acción que tomó las calles de Belém (PA) este sábado. A los “anfitriones”, los brasileños, se les sumaron manifestantes que vinieron de todas las regiones del planeta. Protestaron contra la inercia de los líderes globales, denunciaron retrocesos y violaciones de derechos, además de exigir justicia social, climática y soluciones reales para enfrentar la emergencia climática. El recorrido de la gran marcha de la COP30 fue desde el Mercado de São Brás, en el Centro Histórico, hasta la Aldeia Cabana.
La diversidad de idiomas, historias de lucha y reivindicaciones era marcada. El filipino Luke Espírito, presidente de la organización socioambiental Solidaridad Obrera Filipina. “Estamos luchando contra la crisis climática y recordando que los trabajadores deben usar su fuerza de clase para presionar a sus gobiernos a que dejen de usar combustibles fósiles”. “Vengo de un país que es uno de los más vulnerables a las catástrofes climáticas: antes de venir para acá sufrimos dos megatormentas sucesivas, que mataron a miles y hasta hoy cientos de personas siguen desaparecidas. Por eso estamos aquí, para luchar por una sociedad y una economía poscarbono, que sea para todos”, añadió.

También representando al continente asiático, Sandra Tai, directora de la asociación Taiwan Green Energy for Charity Association, afirmó que “la justicia climática no puede dejar a nadie atrás, ni por su género, raza o clase: debe articular lo climático con lo social”. Taiwán enfrentó dos tifones este año, que afectaron a miles de personas, especialmente indígenas que viven en áreas más propensas a inundaciones.
Tamika Sadler, del pueblo gubbi gubbi de Australia, también participó en la marcha. “Estamos marchando en solidaridad con los pueblos indígenas de la Amazonía para que sus voces sean escuchadas en esta COP30”. Como su país está en la disputa, junto a Turquía, para ser sede de la COP31, dijo que es “importante mostrar que la COP30 fue una COP indígena”. Y que, “si Australia fuera sede de la COP31, queremos asegurar que también sea una COP indígena. Queremos continuar el legado de la Amazonía”.
Desde Italia, Francesco forma parte de un movimiento artístico llamado Bookbloc, que utiliza diferentes portadas de libros como escudos en marchas para protegerse en caso de represión policial. En esta marcha, usaron títulos sobre justicia climática, derechos de pueblos indígenas y afrodescendientes, y solidaridad internacional. “Esta crisis climática también está relacionada con el modelo político y social en el que vivimos. La cultura funciona, entonces, como un elemento de transformación social y pedagógica para ayudar a superar los modelos actuales”, expresó.
Latinoamericanos en Belém
Activistas latinoamericanos estaban en gran número. Muchos de ellos provenientes de la región de la Pan-Amazonía, formada por nueve países que comparten el bioma: Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Guyana, Surinam y Guayana Francesa.
La toshao (cacica) Alma Marshall, de Guyana, por ejemplo, representaba a la comunidad Kamarang. También forma parte de la asociación de mujeres Amerindian Peoples Association (APA). “Estoy aquí para apoyar a todos los pueblos indígenas de la Amazonía para que nuestras voces sean escuchadas y para que los planes que elaboren nos incluyan”. Explicó que en Guyana se enfrentan muchos problemas, principalmente como consecuencia de patrones climáticos imprevisibles.
También de la región amazónica, pero ecuatoriano, el manifestante Juan Manuel Crespo afirmó: “Vinimos a apoyar la marcha global por la defensa del planeta, la defensa de la Amazonía y de los pueblos indígenas, y encontrar este nivel de movilización social por una causa ecologista planetaria me parece histórico. Pienso que toda esta fuerza puede cambiar la historia del mundo”. “En Ecuador y, en general, en la Amazonía, el petróleo y el gas son las principales actividades de las que se vive, por lo tanto, cambiar la matriz energética pasa a ser una prioridad para cambiar el modelo”, contó Crespo, cofundador de la Fundación Kara Solar, que apoya la soberanía energética de las comunidades amazónicas para que no dependan del combustible fósil.
Por su parte, Alejandra Parra, proveniente de Chile, contó que el pueblo mapuche en el territorio Wallmapu enfrenta “la expansión del capitalismo, de la expansión energética, que no está sustituyendo el uso del petróleo ni del carbón, sino que está expandiendo la producción de energía para el norte global”. Agregó también que en su país existen “centrales solares, parques eólicos y, más al sur, el hidrógeno verde, para el cual se planean enormes megaproyectos que solo van a profundizar la crisis ambiental”.
Parra, que integra la Red de Acción por los Derechos Ambientales (RADA) y la Alianza Global por Alternativas a la Incineración (GAIA), afirma que hoy se unió a la protesta “de todos los pueblos del mundo que buscan soberanía” y que estaba allí para denunciar falsas soluciones y reforzar la importancia del conocimiento ancestral. “Necesitamos soluciones reales que provienen de los pueblos, como la soberanía energética, soberanía alimentaria, basura cero y muchas otras soluciones que vienen de los pueblos y de los territorios”.
Desde el otro lado de la cordillera, Mijael Kaufman, cofundador de la organización Consciente Colectivo y representante electo por el Público del Acuerdo de Escazú, contó que no le sorprendió que el espíritu regional de tomar las calles estuviera tan presente en esta COP, al contrario de otras ediciones. “Me preocupa el financiamiento para el sur global, específicamente las no políticas que no están ocurriendo en la región, especialmente en Argentina”.
Entre los manifestantes también estaba Xananine Ramírez, que viajó cerca de un mes para poder estar en Belém. La joven líder indígena del pueblo Ngiwa, de México, destacó la importancia de conocer experiencias de lucha, tal como ella con vivencias en diferentes territorios de América Central, Colombia y Brasil. En la COP30, integra la Caravana Mesoamericana por el Clima y la Vida. “Es importante conocer las experiencias y luchas, las experiencias organizativas que sirven para defender la vida, y es importante que vengan a estos espacios y que sean escuchadas para denunciar cómo estos procesos internacionales de negociación climática están generando falsas soluciones para la crisis y continúan reproduciendo el colonialismo, el capitalismo y la explotación sobre nuestros pueblos y territorios”, contó la joven.
Redes de solidaridad internacional
La libertad de Palestina también fue un tema presente en la marcha, en la que flameaban miles de banderas palestinas. El genocidio del pueblo palestino también genera el ecocidio del territorio de Gaza. Beatriz Carneiro André, activista por la causa palestina, explicó que “así como ahora Estados Unidos financia a Israel para el genocidio, en los años 70 financiaron las exploraciones de petróleo en la Amazonía, además de la dictadura militar: por eso es importante hablar sobre Palestina en la marcha, porque somos hermanos de lucha y queremos un planeta mejor, un planeta libre”.
Por último, Chayenne Furtado contó su experiencia recibiendo al mundo en su casa. “Es muy importante. Como soy nativa de un pueblo ribereño, creo que ganamos fuerza con el apoyo de todos estos activistas a la causa climática, que es una causa de todos y todas”. Furtado es activista de Latinas pelo Clima, una red internacional de jóvenes feministas por la justicia climática interseccional en América Latina y el Caribe. La organización defiende que las mujeres están al frente de la protección ambiental. “Somos nosotras quienes sembramos la tierra y cuidamos de las personas, y este lugar de cuidado no debería dejarnos en silencio, sino en la lucha y en un lugar de protagonismo”.


