por Graziela Brum

En un acto histórico profundamente simbólico, la Cúpula de los Pueblos comenzó con el cuerpo de millares de personas en tránsito sobre las aguas. La Barcada unió a más de 200 embarcaciones, formando un contingente de alrededor de 5 mil personas que navegaron por el Río Guamá y Bahía de Guajará. Más que un paseo, esta inauguración es un llamado urgente por la justicia climática, que evoca deliberadamente la fuerza femenina de la leyenda de la Gran Serpiente, la Boiuna. En la mitología amazónica, ella no es una simple habitante de los ríos, sino una fuerza creadora. Hacer esta travesía en el mismo trayecto que la Madre del Río es un acto de reconexión con la Señora de las Aguas, fuente de vida y fertilidad.

El mensaje, sin embargo, va más allá de la simbología: es una advertencia. En el conocimiento ancestral, el pasaje de la Serpiente por el mundo primordial excavó el lecho de los ríos y esculpió el paisaje que hoy en día está sobre amenaza. La Boiuna, con su propio cuerpo, mantiene el equilibrio de los ecosistemas. La flotilla es un aviso vivo de ese equilibrio frágil y sagrado.

A diferencia de un evento en un auditorio, la inauguración en las aguas desmitifica la idea de que las grandes discusiones precisan cuatro paredes. Muestra que podemos realizar actividades convencionales en espacios abiertos, integrados a la naturaleza. Y deconstruye la visión hollywoodiana que retrata a la serpiente como un monstruo. Por el contrario, el evento rescata una perspectiva olvidada por los centros urbanos: la de que el hombre hace parte de la naturaleza. Y es justamente por eso que la solución de la crisis climática está en la centralidad de los territorios, los biomas y en la lucha colectiva por la justicia. La articulación de esta asombrosa Barcada, que reunió a más de 1300 representantes del mundo entero, comenzó a ser gestada desde que Belem fue anunciada como la sede de la COP30. La idea se fue construyendo poco a poco, tejiendo la gran serpiente que atravesó el Río Guamá en el día 12 de noviembre de 2025.

Y la serpiente no se detuvo en las aguas. Ella entró en el campus de la UFPA, ahora en forma de alegoría, construida por decenas de personas que serpenteaba en medio del público. La escena nos recuerda, una vez más, que la COPS30 y toda acción contra la crisis climática se hace en lo colectivo. La simbología de la serpiente inspira narrativas de renovación- el cambio de piel, el ciclo de vida, el renacimiento. En muchas culturas, la serpiente es este arquetipo femenino universal, creadora del mundo, representando el poder indomable de la naturaleza.

Este fue un acto que intenta romper con el antropocentrismo, sumergiéndose de cabeza en las culturas amazónicas que saben cómo relacionarse con los ríos. La flotilla trajo la idea de la Gran Serpiente como una serpiente cósmica, que nos presenta otras formas de ver el mundo. Una forma que une el cuerpo humano y el cuerpo-naturaleza, que evoca a las fuerzas femeninas y que sueña con otras formas de existir para pensar en un mundo recreado y posible.