Las curanderas del Ver-o-Peso: fe, hierbas y resistencia femenina en la Amazonía
Mientras los reflectores están puestos en la COP30, las mujeres del Ver-o-Peso mantienen viva la tradición de las hierbas y curas amazónicas
Sarah Mascarenhas, de la Cobertura Colaborativa de NINJA en la COP30
Mientras la COP30 inauguraba su programa oficial de actividades en la cálida mañana del lunes 10 de noviembre, el Mercado Ver-o-Peso —la feria al aire libre más grande de América Latina— respiraba ancestralidad. En los pasillos saturados de aromas —breu-branco, lavanda, jucá, catuaba—, el sector de hierbas latía al ritmo del movimiento constante de mujeres que transforman la sabiduría popular en sustento y la fe en oficio.
Entre ellas está Maria Loura, heredera del saber de toda una línea familiar. “Recibí este puesto de mis hijos en 1987. Crecieron aquí y hoy también trabajan con plantas medicinales. Ese es el legado que dejo: el emprendimiento de mi familia”, cuenta mientras acomoda las hojas que cuelgan del mostrador. En su voz tranquila coexisten el peso de la tradición y la ligereza de quien conoce el valor de su propio camino.

Unos metros más adelante, Roberta, de 56 años, ordena garrafadas —preparados herbales— y aceites. Llegó al mercado a los 20 y, desde entonces, vive de las curas y los consejos que aprendió de las mujeres mayores. Es pariente de Doña Bete Cheirosinha, una de las curanderas más reconocidas de Belém, y trabaja junto a Cristina, una benzedeira —curandera tradicional que realiza rezos y limpias— quien aprendió el oficio observando a sus madres y tías.
Roberta recuerda que, durante la remodelación del Ver-o-Peso, intentaron desalojar a las erveiras —vendedoras de hierbas: “Querían sacarnos, como si nuestro trabajo no tuviera valor. Pero luchamos y nos quedamos. Este lugar forma parte de la historia de Belém, y nosotras formamos parte de él”, afirma.
Entre rezos y fragancias, Cristina nos ofrece un ritual de bendición. Graziela Brum y yo aceptamos con el corazón abierto. Ellas perfuman el aire con el Quebra Feitiço, una mezcla de hierbas y fe que aromatiza el cuerpo y protege el espíritu. Roberta explica la fuerza de ese aroma: “Nuestro trabajo es muy importante, sobre todo el de las mujeres, porque es independiente —y nos gusta ser independientes. Eso atrae mucha envidia. Este perfume, Quebra Feitiço, sirve para espantar el mal de ojo, la envidia y las energías negativas que la gente envía hacia nosotras.”
En mi bolsa llevo Leite do Amapá, jarabe de sucupira y aceite de sucupira. Pero lo que queda es la lección: el Ver-o-Peso no es solo un mercado —es un territorio espiritual, un espacio de resistencia y poder femenino. Un lugar donde cada hierba es una palabra ancestral y cada garrafada, una oración envuelta en el coraje de mujeres que, pese a los intentos de borrarlas, siguen curando, bendiciendo y enseñándole al mundo a escuchar.

