Amazonía Diplomática: del aislamiento político al protagonismo global
La COP30 y el ascenso de la Amazonía como sujeto político internacional
por Gustavo Crubellati Nunes
La COP30 representa una oportunidad crucial para las relaciones internacionales de la Amazonía. Su ubicación geográfica la proyecta en el escenario internacional no solo como fuente de biodiversidad, sino también como un actor estratégico en el cambio climático global.
Reforzando este protagonismo, instituciones científicas y asociaciones de pueblos tradicionales y originarios de la región, que suman más de 60 entidades, entregaron a la presidencia de la COP30 un documento con contribuciones detalladas. El objetivo es claro: incorporar la agenda regional a las negociaciones oficiales y posicionar a la Amazonía no solo como objeto, sino como sujeto activo en los debates internacionales.
La relación de la Amazonía con la economía internacional debe superar la visión actual, limitada a la exportación de materias primas y a un territorio sometido a la agricultura industrial y a la extracción de minerales. Recientemente, la Ministra de Planificación y Presupuesto anunció un acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo que garantiza una inversión directa de mil millones de dólares para infraestructura sostenible en las ciudades de los nueve estados amazónicos.
La región puede —y debe— asumir compromisos capaces de atraer flujos internacionales de miles de millones de dólares anuales. El enfoque se desplaza del combate a la deforestación hacia la creación de un nodo de alianzas internacionales en conservación, innovación y energía verde. El objetivo final es transformar la lógica externa de mera exportación de recursos naturales en un nuevo paradigma de cooperación tecnológica, gobernanza forestal y economía ecológica.
No es la primera vez que las COP impulsan planes de inversión para el desarrollo de la Amazonía. En la COP28 en Dubái, el BID y el BNDES lanzaron la Green Coalition, una red de bancos públicos de desarrollo con la meta de movilizar entre US$ 10 mil millones y US$ 20 mil millones para el desarrollo sostenible de la región hasta 2030.
Si estos compromisos no se materializan o vienen con condicionantes que ignoran las necesidades de los pueblos amazónicos, se corre el riesgo de generar frustraciones diplomáticas o reacciones negativas en las relaciones externas. Esto puede beneficiar a elites regionales interesadas en explotar los recursos naturales bajo el discurso del enriquecimiento y del desarrollo del Norte como compensación al aislamiento económico. Existen estimaciones de que las cuencas sedimentarias de la Amazonía contienen cerca de 60 mil millones de barriles de petróleo y gas. Si fueran explotados, podrían emitir aproximadamente 24 mil millones de toneladas de CO₂, lo que representa una fuerte tensión con la transición energética y las metas climáticas.
Es importante destacar que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil no posee una oficina o secretaría específica para asuntos de la Amazonía. El mecanismo más cercano es el Consorcio Interestatal de Desarrollo Sostenible de la Amazonía Legal, que sí cuenta con una división dedicada a acuerdos específicos de cooperación para la región. El Secretario Ejecutivo del CAL, Marcello Brito, lanzó con apoyo del IPAM una estrategia para la COP30. Esta articula gobiernos estatales del Norte, instituciones de investigación y actores internacionales para llevar la voz amazónica a las negociaciones climáticas. Esto significa que organismos internacionales como las Naciones Unidas y bancos globales pasan a interactuar de manera más directa con estados y municipios del Norte durante la COP, y no solo con el gobierno federal.
Con la COP30 surge una presión para que los mecanismos internacionales dirijan su atención a la Amazonía como un bloque integral propio. No obstante, la articulación entre gobiernos locales y organizaciones internacionales exige capacidad institucional en el territorio amazónico. Aunque esta autonomía diplomática representa un avance para acciones concretas y para integrar las necesidades locales a la agenda internacional, la Región Norte todavía enfrenta brechas históricas de infraestructura y gobernanza. Esta fragilidad reduce la capacidad de los actores locales para cumplir las agendas y los hace más vulnerables a condicionamientos externos que no consideran la realidad de los 18 millones de habitantes de la Amazonía.
El desafío pos-COP: del escenario a la permanencia
La realización de la COP30 en Belém coloca a la Amazonía en el escenario global, pero es fundamental reconocer que se trata de una oportunidad temporal. El Norte sigue política y financieramente aislado de los centros nacionales de toma de decisiones, y sus instituciones de gobernanza están afectadas por particularidades regionales.La verdadera victoria de la Amazonía será garantizar que ese protagonismo diplomático no sea desarticulado después de la COP. Es imperativo que los expertos regionales y liderazgos locales mantengan un papel relevante. Solo asegurando este protagonismo permanente será posible evitar la imposición de reglas externas. Así se garantizará que la importancia y complejidad de la Amazonía —el mayor ecosistema del planeta— ocupen el centro, y no la periferia, de la agenda climática global.



