Catalina Roig, de la Cobertura Colaborativa NINJA en la COP30

Distintas organizaciones rechazaron la presencia del espacio Agrizone en la COP30, un espacio patrocinado por la Confederación Brasileña de Agricultura y Ganadería (CNA) y en donde participan empresas como Nestlé y Bayer, que busca presentar soluciones sustenatables desde el agro brasilero. 

Sn embargo, la Asociación Nacional de Agroecología (ANA) realizó una nota pública manifestando su repudio ya que “constituye un claro proceso de apropiación corporativa de la agenda climática, que amenaza con transformar la COP en un escenario para el lavado de imagen verde y la privatización de las políticas ambientales”.  

Por su parte, una nota de la organización Grain aseguró que “la combinación de deforestación, acaparamiento de tierras, ganadería extensiva y cultivos saturados de pesticidas y fertilizantes ha hecho que Brasil sea tristemente célebre por su impacto climático devastador”. 

Además estas organizaciones critican el rol que tiene el sector agroindustrial en las emisiones de gases de efecto invernadero de Brasil, además de plantear que estas supuestas soluciones sustentables propuestas desde este sector no son soluciones reales. Es por eso que nos preguntamos, ¿cuáles son estas falsas soluciones propuestas desde el sector del agroindustrial y por qué no son viables?

Cuál el impacto del sector agroindustrial

A nivel global, la agricultura, la silvicultura y el uso de la tierra representan el 18,4 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, según la organización Climate Watch. Sin embargo, si se toma el sistema alimentario en su conjunto, es decir incluyendo los procesos de de procesamiento, refrigeración y transporte de alimentos, además de su producción, el porcentaje asciende a casi un 25% de las emisiones totales. 

Sin embargo,  el impacto del secto agroindustrial es aún más alto  en el caso de Brasil: según el Sistema de Estimativas de Emissões e Remoções de Gases de Efeito Estufa (SEEG), do Observatório do Clima, el sectro agropecuario representaron el 75% de las emisiones totales del país en el 2024. Sin embargo, la ley nacional que regula los mercados de carbono en el país y establece normas para los sectores que emiten más de 10.000 toneladas de gases de efecto invernadero al año excluyó al sector agropecuario de la lista de estos sectores.

Soluciones falsas propuestas desde la agricultura

Una iniciativa conjunta entre la Plataforma Latinoamericana y del Caribe por la Justicia Climática y la Campaña Global para Exigir Justicia Climática busca mapear a estas falsas soluciones, que definen como “cualquier iniciativa, proyecto o propuesta que afirme avanzar en la protección del planeta y sus habitantes con fórmulas que incluyen engaños, falencias técnicas, supuesta innovación tecnológica y un discurso que dice enfrentar el cambio climático, pero que continúa con el consumo y acaparación de la riqueza tal como lo conocemos”. 

Entre los distintos tipos de soluciones falsas existen varios que están relacionados con proyectos vinculados con el sector del agroindustrial.  Un documento de la Red de Transición hacia una Alimentación Justa analizó las distintas falsas soluciones de sector ganadero:

  • Conversión industrial de biogás/biodigestores: Esta práctica busca capturar los gases producidos por el estiercol de las vacas (uno de los principales emisores del metano) y convertirlo en energia “limpia”. Sin embargo, los grandes digestores industriales incentivan una mayor producción de estiércol, fomentando la agricultura industrial, además de ser sistemas que pueden ser propensos a las fugas. 
  • Agricultura y secuestro de carbono:  Esta solución busca capturar el carbono del aire y secuestrarlo en el suelo mediante el pastoreo. Aún así  la mayoría de estos programas ofrecen mecanismos de almacenamiento de alrededor de 10 años, aunque el carbono necesita almacenarse durante al menos 100 años para tener un impacto significativo.
  • Compensación y mercados de carbono: Estos mecanismos permiten a las empresas contaminantes comprar créditos de carbono para compensar por las emisiones de GEI que emiten. Sin embargo, son muchas las críticas a estos sistemas, que se encuentran poco regulados y que muchas veces han terminando afectando a las comunidades, especialmente los derechos territoriales de pueblos indígenas, y hasta a los mismos ecosistemas que buscaban cuidar.
  • Aditivos alimentarios: Esta práctica busca reducir las emisiones de metano de los rumiantes a travpes de su alimentación, aunque aún no esta probado que esto funcione, y podría presentar otros problemas como la resistencia a antibióticos. 
  • Intensificación Sostenible: Este sistema busca producir la mayor cantidad de alimentos en la menor cantidad de tierra con el menor impacto ambiental. Sin embargo, sin cambios sistémicos como el consumo sostenible o una distribución justa de los alimentos, este tipo de sistemas podrían generar un mayor uso y expansión de la tierra, a la vez que las grandes industrias aumentarían sus ganancias.
  • Pastoreo regenerativo: Esta práctica que supuestamente busca restaurar la salud del suelo y del ecosistema a través del pastoreo, no tiene una definición ni objetivos claro. Además, esta práctica daña a los ecosistemas y a la vida silvestre, al consumir y pisar la vegetación, contaminar los cursos de agua y propagar especies invasoras, generando alteraciones en los ecosistemas.

Otras soluciones a la crisis climática desde el sector agrícola

Gran parte de las organizaciones aseguran que la única salida viable a la crisis climática es realizar un pasaje del sistema agroalimentario actual a un sistema más justo, sostenible y que asegure la soberania alimentaria en todas las regiones. Para esto, es necesario abrir discusiones sobre el rol que la agroindustria ha tenido en el acaparamiento y uso extensivo de la tierra, además del control actual que se tiene sobre las semillas, reduciendo la capacidad del campesinado en usar sus propias variedades. 

Pero también se debe pensar en otro sistema alimentario posible, que genere un pasaje a una dieta más sostenible, con un mayor consumo de alimentos locales y de temporada además de reducir el consumo de vaca, y que fomente prácticas como la agroecología que compartan una visión que proteje los derechos humanos y de los ecosistemas.

Mientras la Agrizone propone soluciones que perpetúan el statu quo y la concentración de la riqueza, la verdadera respuesta a la crisis climática no reside en la innovación tecnológica con fines de lucro, sino en un cambio estructural del sistema de producción y consumo. El futuro del clima depende fundamentalmente de la transición hacia un modelo agroecológico que priorice la vida sobre el capital.