Nicole Grell Macias Dalmiglio, para la Cobertura Colaborativa NINJA COP30

Rumbo a la COP30, el Barco Cobra recorre los ríos del Amazonas llevando consigo un mensaje colectivo de los pueblos de los bosques al mundo. Su viaje es más que un desplazamiento físico: es una travesía política, espiritual y pedagógica que transforma las aguas en caminos de movilización. El barco es la línea de frente de la Alianza de los Pueblos por el Clima, una articulación que une pueblos indígenas, quilombolas, ribereños, beiraderiros, extractivistas y juventudes amazónicas en la defensa de los territorios y de la vida delante de la crisis climática. Más que un medio de transporte, el Barco Cobra es un territorio en movimiento, un espacio de encuentro, diálogo y formación. En cada parada, se transforma en una asamblea fluvial, escuchando líderes, debatiendo políticas, compartiendo diagnósticos sobre los impactos del cambio climático y fortaleciendo las estrategias locales de resistencia. Su recorrido une márgenes antes aislados y da visibilidad a voces que raramente llegan a los grandes centros de decisión, abriendo el camino para que la Amazonas, en sus múltiples voces, hable por sí mismo cuando la COP30 desembarque en Belem.

En el contexto de emergencia climática, el Barco Cobra representa la inversión del flujo histórico de poder: en vez de esperar que las soluciones vengan de afuera, son los pueblos de la selva los que se colocan en movimiento para decir que la verdadera política climática nace de los territorios. Navegar, aquí, es resistir, y también anunciar un nuevo tiempo de alianzas, en el que la Amazonas deja de ser vista como periferia ambiental y pasa a ser reconocida como centro de decisión de la lucha por el futuro del planeta.

La iniciativa retoma el espíritu de la Alianza de los Pueblos de los Bosques, creada en 1984 por líderes como Chico Mendes, Ailton Krenak, Raoni Metuktire y Paulinho Paiakan. En aquel momento, la unión entre recolectores de caucho y pueblos indígenas fue decisiva para frenar el avance de la devastación y garantizar conquistas históricas, como la creación de las reservas extractivistas y el reconocimiento, en la Constitución Federal de 1988, los derechos originarios de los pueblos indígenas sobre sus tierras (artículo 231). La nueva Alianza nace anclada a este legado, pero vuelve para un desafío todavía más grande: enfrentar los impactos de la crisis climática global y afirmar el protagonismo de los pueblos del Amazonas en las soluciones para el futuro del planeta.

El manifiesto de lanzamiento de la Alianza, publicado también en Mebêngôkre, lengua del pueblo Kayapó, denuncia que los cambios climáticos ya transformaron el cotidiano de las comunidades: los ríos se secan, las especies desaparecen, la producción de alimentos está amenazada y los modos de vida ancestrales sufren con el avance de la agroindustria, la minería, la usurpación de tierras y las quemas. Delante de este escenario, el documento afirma que “involucrarse es cuidar, es sembrar justicia, es proteger al planeta con dignidad y equidad” y defiende que quien vive en el bosque tiene el derecho y el deber de participar en las decisiones sobre el clima y el territorio.

Cada parada del Barco Cobra es un acto político y un gesto de cuidado. Al recorrer las comunidades, el barco se transforma en una asamblea fluvial, escucha a líderes, debate políticas, comparte experiencias y fortalece estrategias locales de enfrentamiento a la crisis climática. En cada orilla, nuevas voces se suman al llamado de la Alianza, que se presenta “como una red de lucha ancestral por el Amazonas viva, por los bosques íntegros, por las voces de los ríos, por el planeta y por la humanidad que en él respira”. El manifiesto reafirma el sentido histórico de esta movilización con una frase que se convirtió en su marca: “Esta lucha es por la demarcación del presente, honrando el pasado para crear nuevos futuros. ¡Tomen posesión!”

Entre los líderes que impulsan el movimiento están Ana Rosa Cyrus, Anderson Santos (Ganga), Angélica Mendes, Arewana Juruna, Jaciara Borari, Matsi Waura Txucarramãe, Val Munduruku, Walter Kumaruara, entre otras voces que representan la pluralidad amazónica. Esta diversidad refleja el principio central de la Alianza: ningúna lucha es aislada cuando se trata de defender el bosque y la vida.

Más que una articulación política, la Alianza de los Pueblos por el Clima es un espacio de encuentro entre pueblos, territorios y conocimientos. El movimiento busca fortalecer el protagonismo de las juventudes amazónicas, ampliar alianzas estratégicas e incidir en políticas públicas que garanticen justicia climática y respeto a los derechos territoriales. La campaña “A Gente Cobra” (la gente exige), que acompaña el recorrido del Barco Cobra, expresa ese llamado colectivo: exige compromiso, acción y coherencia de los gobiernos, empresas y de la sociedad.

La trayectoria del barco culmina en la COP30, que será realizada en Belem. La Alianza no pretende llegar al evento como mera participante, sino como una fuerza articuladora de una visión amazónica y comunitaria del clima. La presencia de la Alianza de los Pueblos por el Clima en la conferencia reafirma una posición clara: El Amazonas no será representado por otros. El Barco Cobra es el vehículo de este mensaje: una embarcación que lleva por las aguas el grito de los pueblos y el anuncio de un futuro posible, donde el bosque, la vida y el clima son una sola lucha.